Audiencia General 17-II-2010
El ser humano es polvo y al polvo volverá, pero es polvo precioso a los ojos de Dios, porque El ha creado al hombre destinándolo a la inmortalidad. (...) También el Señor Jesús quiso compartir libremente con cada hombre la fragilidad, en particular a través de su muerte en la cruz; pero precisamente esta muerte, llena de su amor por el Padre y por la humanidad, ha sido la vía para la resurrección gloriosa, por medio de la cual Cristo se ha convertido en fuente de una gracia dada a cuantos creen en El y participan de su misma vida divina.
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