Bar 5, 1-4
Despójate, Jerusalén, de tu vestido de duelo y de aflicción, viste para siempre los ornamentos de la gloria que te viene de Dios; envuélvete en el manto de la justicia que Dios te envía; ponte en la cabeza la mitra de la gloria del Eterno, que Dios hará ver tu gloria a toda nación debajo del cielo. Te llamarán por siempre Paz de la justicia y Gloria de la piedad.
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