Sermo 1 in Nativitate Domini, 3
Queridísimos, demos gracias a Dios Padre por su Hijo en el Espíritu Santo, que, por la inmensa candad con que nos amó, se ha apiadado de nosotros, y, como estuviésemos muertos por los pecados, nos convivificó con Cristo, para que en El seamos una nueva criatura, una imagen suya. Depongamos, pues, al hombre viejo con sus actos y, adheridos entrañablemente al nacimiento de Cristo, renunciemos a las obras de la carne. Reconoce, cristiano, tu dignidad; has sido hecho partícipe de la naturaleza divina: no quieras degradarte con tu antigua vileza. Acuérdate de qué cabeza y de qué cuerpo eres miembro. Acuérdate de que, arrancado a la potestad de las tinieblas, has sido trasladado a la luz y al reino de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario